domingo, 9 de octubre de 2016

Cuando Robocop vino de China

Como sabemos, la remakes son esas películas que remiten a películas anteriores (que por lo general fueron muy exitosas) y por algún motivo que ignoramos pero imaginamos muy bien, algún productor o director (particularmente de Hollywood) decide hacerla de nuevo. Es decir, se hace de nuevo una película que ya se hizo. Uno podría preguntarse ¿para qué rehacer esas películas viejas que fueron buenas y exitosas? Quiero decir, si una obra artística está bien hecha no hay motivo para hacerla de nuevo, no lo tendría su autor y menos aún su público. La explicación obvia (realista, economicista y extraoficial) viene por el camino de la falta de ideas y la necesidad de una industria cinematográfica de proveerse de éxitos seguros y productos probados. Una segunda explicación, más políticamente correcta, viene en cambio por el lado de la tecnología, la época y la cultura. Se dice así, que estas películas viejas y exitosas, tropezaron en su tiempo de realización con ciertas limitaciones técnicas, había menos efectos especiales, menor tecnología de captura y edición, y ahora por el avance tecnológico se pueden realizar mejor. Aparece el enunciado bastante pueblerino de "hacemos la película de Hitchcock como Hitchcock la hubiese querido hacer". De la mano de esta explicación viene, solapada, una idea de adaptación cultural sobre la que quiero reflexionar. Sucede que estas remake, no se rehacen literalmente igual a la película original (salvo algunas excepciones) sino que se introducen ciertas variaciones. Y no me refiero solo a la coherencia argumental o el conjunto de recursos técnicos y narrativos, que por supuesto avanzan también con el tiempo, pienso fundamentalmente en el imaginario. Modificaciones que tienen que ver con la percepción de la realidad, con nuestra concepción del mundo, que interfiere irremediablemente con el mundo representado. Resulta que rehacer una película 20 años después, parece implicar también un desplazamiento en sus patrones de verosimilitud, es decir, en su imaginario. Y es que no se trata solo de películas filmadas de nuevo con cámaras más modernas, se trata principalmente de ideas que se reformulan, se "aggiornan" a las nuevas épocas en las que se las pretenden usar, ideas que en el mejor caso, son desarrolladas de otro modo. En este movimiento, y eso es lo importante, se terminan develando ciertos patrones culturales de aquella época a la que pertenecen originalmente estas películas (que son modificados o suprimidos) y de estas nuevas épocas donde se las pretende reintroducir. La adaptación entonces tiene la forma de una traducción, traducir de un tiempo a otro. Se habilitan así, todos los dilemas de las traducciones, pero no se trata aquí del mismo fenómeno. Una traducción implica el paso de un sistema a otro, de un lenguaje a otro, aquí estamos no solo dentro del mismo lenguaje sino que estamos también dentro de la misma cultura. Lo interesante, entonces, es poder identificar esos patrones de realidad e imaginario y trazar la línea histórica a la que pertenecen.


De la fábrica a la deslocación

Según que economista, sociológico o antropólogo leamos, vamos a encontrar varias definiciones para un fenómeno global que sucede en la actualidad. La financiarizacion de la economía, valorización financiera, la deslocalización de la producción, así como la tercerización laboral, son varias facetas de un mismo fenómeno (véase Ferrer, Basualdo, Shorr, Chomsky), la formación de un modo de producción donde el sector propiamente fabril es totalmente escindido del control político, económico y financiero, quien decide que producir (y embolsa la mayor parte de la utilidad) esta a miles de kilómetros de quien produce y a miles de kilómetros más de quien consume. El I phone se diseña en Estados Unidos, se vende en argentina pero se fabrica en China. Esto tiene un montón de consecuencias que no analizare aquí, lo que importa, es una de las consecuencias que queda para los países industriales que pasan de tener un enorme complejo fabril a transformarse de a poco en una oficina de diseño, con un monton de trabajadores desempleados. El capitalismo moderno cumplió el sueño de eliminar a los trabajadores, pero no por haberlos exterminado o remplazado por robots, como podríamos haber imaginado hace algunas décadas, sino por haber conseguido tercerizar la producción a lejanas áreas del globo donde los derechos laborales no llegan, se gana rentabilidad y se pierden puestos de trabajo. Y esto, sugiero, puede empezar a rastrearse en el imaginario cinematográfico.

La OCP y General Motos

Al de todo esto lo podemos rastrear en la última versión de Robocop. La primer película, la original fue dirigida por Paul Verhoeven en 1987, con guion de E. Neumeier y Michael Miner. Contaba la historia de Alex Murphy, un policía que luego de ser asesinado por una pandilla era convertido en un cyborg (un hombre con partes reboticas) por una organización llamada OCP. La historia transita entonces los tópicos de la narrativa de robots, el dilema de lo que queda de humano con lo que hay ahora de robot en el cuerpo de Murphy, los recuerdos de su vida anterior que interfieren y lo atraviesan en esa nueva identidad. Pero a esto la película suma un escenario de mega-corrupción, donde las corporaciones son propietarias de casi todo y manejan el mundo según sus más oscuros intereses. La OCP es una corporación que produce armas para el estado, y entre todo lo que hace está intentando desarrollar robots para defensa.
En la película la OCP se hace cargo del control de la policía mediante un arreglo con las autoridades. Como vemos, en el trasfondo de Robocop está la privatización de la defensa y la seguridad. Es el momento en que las empresas capitalistas avanzan sobre los servicios básicos. Así el mundo que imagina Verhoeven, un mundo donde las corporaciones que solo persiguen beneficios se encargan de tareas de importancia social se convierte automáticamente en el mundo mega corrupto, inseguro y caótico. La OCP no busca combatir al delito, sino maximizar ganancias, no quiere mejorar el mundo sino hacer plata. Robocop no es un justiciero sino un buen producto y entre su programación esta la clausula de “no oponerse ni atacar a directivos de la OCP”, es decir la inmunidad no es para los políticos que defienden a la sociedad sino para los empresarios que defienden sus negocios. Este es el motor de la historia y desde allí avanza.

La película pesca inconscientemente el principio del proceso de desindustrialización del capitalismo. Todo ocurre en Detroit, que es históricamente la capital norteamericana de la industria automotriz, Detroit a partir de los proyectos de la OCP va a desaparecer para ser reemplazada por una ciudad nueva, creada por la OCP “ciudad delta”, las empresas no solo controlan a la policía sino que fundan ciudades en reemplazo de otras. Verhoeven cuenta hábilmente estos proyectos de la OCP colando imágenes de propagandas televisivas y noticieros a lo largo de la película, así también sugiere la importancia manipuladora de los medios en el relato. Durante la historia hay una huelga policial y hay un estado de caos e inseguridad creciente y alarmante.
La inseguridad y el caos es una consecuencia directa de que nada organice a la sociedad. En la película no se dice, pero el trabajo es el primer organizador social, y en la Detroit de Robocop ya no hay trabajo. Uno de los delitos que enfrenta Robocop es una toma de rehenes donde el delincuente resulta ser un ex-empleado municipal y entre sus demandas, la primera es "que me devuelvan mi trabajo", a Murphy de hecho, lo asesinan en una fábrica abandonada. Las empresas no ganan plata dando trabajo (produciendo bienes) sino simulando combatir el caos que ellas mismas generan.

La OCP y Apple

En 2014 sale una nueva versión de Robocop ahora dirigida por el brasileño José Padilla que se había vuelto famoso por sus películas Tropa de Elite 1 y 2 (2007 y 2010). En esta película infinitamente pobre en comparación a la de Verhoeven, podemos identificar algunas de las cosas que mencione. No voy a hacer un pormenorizado análisis de cambios y estructura (que sería muy interesante) sino a observar algunos desplazamientos en las claves que he propuesto.

Primero hay que observar que si bien la primera consigue capturar algo de las transformaciones que la sociedades empezaban a sentir hacia finales de la década del 80, esta nueva versión solo puede capturar alguna cosa del imaginario, pero no del imaginario social, sino exclusivamente del imaginario cinematográfico. No hay precepciones de procesos sociales, sino apenas algún eco de alguna percepción que a diferencia de la película de Verhoeven, donde todo se discute y se problematiza, aquí todo se da por supuesto.
Si en la película de 1987 la OCP era una suerte de General Motors que se apropiaba de una ciudad, en la de 2014, la OCP se parece más a Apple y está más preocupada por hacer una campaña publicitaria que en allanar el camino social para sus negocios. Es que en la película de Verhoeven el principal enemigo de la OCP era el bien común, en esta nueva versión el problema de la OCP es la opinión pública. Detroit no es una ciudad caótica ni corrupta sino que hay algunos mafiosos que se parecen a Steve Jobs, el villano (protagonizado por Michael Keaton) es casi un front man, un ejecutivo hiperkinetico que esta siempre a la búsqueda del negocio. En cambio en la de Verhoeven, los villanos son los dueños de los grupos económicos, los directores siempre anónimos de las grandes corporaciones. En la última, además, Robocop es fabricado en china, como el I Phone.

Los problemas de la robótica

En la primera película el uso del cuerpo de Murphy aparecía como respuesta a los fallidos experimentos anteriores, la película empieza intentos de la OCP de modelos de Robots de defensa, que terminan siempre masacrando a quienes deben defender (Además está la competencia entre los distintos desarrolladores, que dentro de la OCP tenían sus propios intereses). El problema estaba del lado de los dilemas de la inteligencia artificial, los robots eran literales y peligrosos. Así cuando usan el cuerpo y el cerebro de Murphy, un cerebro de un humano que además fue un policía verdadero y que no quiere dinero sino justicia, parece ser un gran triunfo para la OCP, por fin consiguen hacer un robot que no mata a quienes debe defender, pero al mismo tiempo al no tener los intereses de la OCP se convierte también en un problema. Es que Robocop busca realmente justicia y entre la justicia que busca está la de su propio asesinato.

Hay en la historia una fuerte impronta de la literatura de ciencia ficción relacionada a la robótica. Es imposible no relacionar las leyes de la robótica de Asimov con la directivas que Robocop tiene en su programación “servir al bien común” “defender al inocente” “preservar la ley” y también imposible no observar como la 4 directiva, que permanece clasificada hasta el final: “no oponerse ni atacar a directivos de la OCP” es una clara interferencia de los intereses de la OCP en áreas sociales, son fueros para empresarios.

En la última versión, en cambio, nada de esto esta problematizado, el hecho de que usen o no a Murphy es casi irrelevante para los intereses de la OCP, las pruebas fallidas que se hacen en Teherán (que inician la película) no vienen a problematizar los dilemas de la robótica ni nada de eso sino a mostrar la crueldad de las corporaciones un escenario de acción que resulte creíble, porque el imaginario no se anima a pensar un caos en EEUU. Robocop está pensado más como a un drone que como un robot. A Murphy no lo asesinan en una fábrica abandonada, sino que le ponen una bomba en el auto, que explota cuando sale a ver qué pasa cuando se le dispara la alarma de robo (si, así de estúpida es la muerte de Murphy!). Ya siendo Robocop, descubre que fue asesinado, mirando las cámaras de seguridad de la ciudad (si, así de simple se devela la trama). Es una película donde parece que la sociedad ya ha llegado al techo del desarrollo tecnológico y así como la pobreza está lejos (en Teherán), también lo están las fabricas (en china), donde entre otras cosas, también se fabrica a Robocop.

En conclusión podríamos decir que la primer versión es, no solo mucho más rica en complejidades, temáticas y bagaje narrativo, sino que además consigue problematizar ciertas realidades sociales, en cambio la segunda, no solo es más pobre respecto a las herramientas de construcción sino que apenas sobrevuela los conflictos y si consigue captar algo de algunos desplazamientos en la realidad social (la financiarizacion) lo hace solo en pos de una suerte de búsqueda de verosimilitud, no es que padilla quiera reflexionar o reflexione sobre la deslocalización, sino que sencillamente ya no se cree que a Robocop lo puedan fabricar en Detroit. Cuando quiere pensar una corporación mega mafiosa solo se le ocurre Apple, como si los bancos y los medios no existieran. Si en la original Verhoeven consigue captar y problematizar, dentro de una trama de ciencia ficción, las transformaciones de una sociedad capitalista que deja de producir, que se llena de desempleados, caos y pobreza, donde asesinan policías en fabricas abandonadas, en la versión de Padilla todo esto ya está resuelto, no hay nada que problematizar: todo se fabrica en china, y eso no tiene consecuencias en la sociedad norteamericana. No parece que el haber trasladado la producción a sectores lejanos del planeta tuviese alguna consecuencia, ni para los trabajadores ni para los capitalistas.

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